domingo, 5 de septiembre de 2010

Bisfenol A


EE UU amplía la lista de sustancias contaminantes de uso cotidiano

Las autoridades sanitarias de Estados Unidos han ampliado la lista de las sustancias de uso cotidiano que preocupan por su efecto contaminante sobre la población para incorporar 75 nuevos elementos. De esta forma ya son cerca de 300 los compuestos químicos bajo vigilancia por encontrarse presentes en los cuerpos de los ciudadanos procedentes de envases de productos alimenticios o mobiliario de oficina.

Todavía no existe un posicionamiento claro sobre los efectos nocivos de algunos compuestos químicos de los que ya forman parte de la vida cotidiana, como el bisfenol-A, que se encuentra en muchos plásticos, o los retardantes de la llama que utilizan muchos tejidos. Son dos de los 75 compuestos recién incorporados al informe nacional sobre exposición humana a productos químicos, que desde 1999 lleva realizando el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) y cumple su cuarta edición. Empezó con 212 productos químicos. Ahora ya se analizan casi 300.

Para realizar el estudio se han recogido muestras de orina y sangre de más de 2.500 estadounidenses repartidos por todo el país, de diferentes sexos y edades. El objetivo es determinar qué productos químicos logran penetrar en el cuerpo de los ciudadanos y en qué niveles. El informe destaca el bisfenol-A o BPA, ya que se encuentra en la orina del 90% de la población. Este producto se utiliza como componente de plásticos de uso común, muchos de uso alimentario, porque los hace más resistentes. Por ejemplo, forma parte del recubrimiento interior de algunas latas y de papeles para guardar alimentos. También se encuentra en cartuchos de impresoras, gafas e incluso en algunos biberones y chupetes.



En Canadá y en California hay un intenso debate para prohibir el uso del BPA, ya que algunos estudios apuntan a que ejerce efectos nocivos. En ratas y ratones se ha demostrado que interfiere en el ciclo hormonal natural, incluso con niveles muy bajos de exposición. El BPA puede actuar como disruptor endocrino, perturbar hormonas del desarrollo, estimular la pubertad precoz, afectar a la fertilidad, aumentar el número de adipocitos (células de grasa), inducir alteraciones precancerosas en las células e incluso favorecer la aparición de problemas de conducta. En el resto de EE UU también se ha debatido sobre la prohibición de este compuesto. En Europa "aún se considera que no hay suficientes conocimientos sobre sus efectos tóxicos", afirma Miquel Porta, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Autónoma de Barcelona y autor del único estudio de este tipo realizado en España, en Cataluña, inspirado en el modelo norteamericano.

El informe también revela que por las venas de casi todos los estadounidenses corre otro grupo de químicos presentes en la mayoría de hogares: los retardantes de la llama. Se utilizan en productos potencialmente inflamables, como tapicerías de sofás o colchones, tejidos para cortinas, en el salpicadero de algunos coches y en la carcasa de ordenadores. El BDE-47 es el retardante con mayor presencia en las muestras recogidas. Se acumula en el tejido graso de los seres humanos y se sospecha que actúan como disruptores endocrinos.


El compuesto bisfenol-A (o BPA) es un producto químico que puede conllevar riesgos para la salud. Se emplea para la fabricación de muchísimos plásticos, latas de conserva… Y los biberones suelen contener este elemento en el policarbonato con que la mayoría están fabricados.




El informe también ha analizado por primera vez la presencia en sangre de mercurio, centrándose en bebés y en mujeres en edad reproductiva, entre 16 y 49 años. En la mayoría, el mercurio se encuentra presente, aunque en niveles diversos.

Otro metal, un tóxico que se puede considerar como un viejo conocido, el plomo, trae buenas noticias porque sus niveles han bajado. Según los datos recogidos entre 1976 y 1980, el 88% de los niños estadounidenses entre uno y cinco años presentaban niveles inaceptables de plomo en sangre, más de 10 microgramos por decilitro de sangre. Actualmente, el porcentaje de niños con niveles preocupantes de plomo en sangre se ha reducido hasta un 1,4%. La dieta, los alimentos y el agua son la principal fuente por la cual el plomo llega a los seres humanos. El estudio observa que se trata de poblaciones más desfavorecidas y que, por lo tanto, existe un claro gradiente social en cuanto a la exposición a este metal. Porta indica que la disminución también se debe a una menor presencia en el aire, sobre todo a raíz de la introducción de la gasolina sin plomo.

En el mundo, sólo Estados Unidos y Alemania realizan estudios de biomonitorización tan exhaustivos, explica Porta. En España, el informe hecho en Cataluña se basó en muestras de sangre y orina de 919 personas. Según sus resultados, todas las personas están contaminadas por al menos tres de los 19 compuestos analizados. Uno de los datos que llaman la atención es que los niveles de DDT (un pesticida que se prohibió en los años setenta) en Cataluña son superiores a los de EE UU. "En España se prohibió en 1977, y 30 años después todavía los encontramos en la sangre de la población, lo que demuestra que todavía está presente en la cadena alimentaria, sobre todo a través de los piensos que consumen los animales. El problema es que el organismo humano no lo excreta", explica Porta.

FUENTE:elpais.com




La exposición al bisfenol A podría dañar la calidad del esperma


Investigadores de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) han detectado restos del compuesto bisfenol A o BPA en algunas muestras de orina que pueden estar relacionadas con una menor concentración y peor calidad de los espermatozoides.

Esta sustancia, utilizada en la fabricación de envases de alimentos y latas de bebida, ha generado gran controversia después de que diferentes estudios sugeriesen que puede ser perjudicial para la salud de aquellos que están en contacto con este tipo de materiales.

En este nuevo estudio (publicado en 'Reproductive Toxicology'), el profesor de Salud Ambiental John Meeker y su equipo reclutaron en una clínica de fertilidad a un total de 190 hombres, que aportaron muestras de orina y esperma del mismo día. Un mes más tarde, volvieron a recoger muestras de orina del 78% de los participantes, detectando BPA en el 89% de las mismas.

Al mismo tiempo, los investigadores midieron la concentración de esperma, la movilidad y la forma de los espermatozoides, identificando también aquellos que tuviesen dañado su ADN.

De este modo, observaron que "la concentración de esperma fue un 23% menor en los hombres que presentaban una mayor exposición de BPA, en comparación con los que tenían menos restos de este compuesto". Los resultados también mostraron un aumento del 10% en el daño del ADN espermático.

Los resultados son consistentes con un estudio previo realizado por Meeker que sugería que el nivel de ciertas hormonas, como la hormona folículo-estimulante (FSH, en sus siglas en inglés) y la inhibina B, son elevados o reducidos en función de la BPA, relacionados además con un bajo comportamiento de los espermatozoides.

No obstante, el propio Meeker advierte de que este es un estudio preliminar que requiere análisis complementarios para confirmar este hallazgo, ya que la muestra utilizada ha sido pequeña. "Con una muestra más grande y un mejor diseño seremos capaces de investigar de manera más definitiva esta asociación".

FUENTE:elmundo.es


Bisfenol A, ese plástico tan inquietante

Imagine que el biberón de su hijo va soltando partículas contaminantes que dañan el sistema endocrino del niño hasta provocarle una diabetes. Parece una película de terror, ¿no? Pues un equipo de investigadores de la Universidad Miguel Hernández de Elche ha descubierto que el bisfenol A, un componente de los plásticos de biberones, botellas de refresco, jarras de agua o esmaltes de conservas altera el páncreas e induce resistencia a la insulina en ratones de laboratorio, lo que dispara el riesgo de diabetes y podría explicar, al menos en parte, la plaga de diabetes que sufre hoy la humanidad: 177 millones de enfermos, según la Organización Mundial de la Salud, el doble que hace 30 años, de los que más de un millón muere cada año. Y esta pista del biberón” sólo es uno de los muchos efectos colaterales a que nos expone un químico tan inquietante como prescindible


En realidad, el bisfenol A es uno más de esos compuestos que imitan a los estrógenos femeninos para alterar el sistema endocrino y otras funciones de todo el mundo. Alquilfenoles, atrazina, endosulfaán, cimetidina, hidrocarburos aromáticos policíclicos, DDT o dioxinas son otros de los muchos compuestos sintéticos denominados “disruptores endocrinos”. Los nombres de esos compuestos tal vez nos nos digan nada, pero su presencia puede rastrearse en infinidad de pesticidas y, por tanto, en vegetales y otros alimentos; en conservas, plásticos envasadores, fármacos y empastes dentales también en contacto con nuestro sistema digestivo; y en pegamentos, pinturas, aislantes, gasolinas quemadas o disolventes que pueden respirarse y, por tanto, introducirnos contaminantes estrogénicos a través de las vías respiratorias. El bisfenol A o BPA (por su grafía en inglés, bisphenol A) es un caso señalado en este inquietante nómina, no sólo por su utilización masiva sino porque muchos de sus usos lo introducen directamente en nuestro cuerpo: biberones infantiles de policarbonatos –la mayoría de los rígidos y transparentes-, botellas de líquidos igualmente rígidas y transparentes, recubrimiento interior de latas de conserva material dental, anticonceptivos o cremas espermicidas.

De todo esto sabe mucho Angel Nadal, coordinador de la Unidad de Fisiología Celular y Nutrición del Instituto de Bioingeniería de la Universidad Miguel Hernández y un reconocido experto en trastornos endocrinos y química. Participa o ha participado, como investigador principal o asociado, en varios trabajos relacionados con páncreas, sistema endocrino y exposición a químicos estrogénicos, así como en un gran número de publicaciones científicas sobre estos mismos temas. El artículo publicado en enero de 2006 por "Environmental Health Perspectives" tuvo tal repercusión científica que convirtió a Nadal en una referencia mundial en estos temas y uno de los privilegiados científicos invitados a participar en la Conferencia de Investigación Gordon sobre Disruptores Endocrinos, el más prestigioso evento científico mundial en esta y otras materias clave de la investigación actual. El más reciente trabajo ha sido publicado hace pocos meses en el International Journal of Andrology y se titula, sin ambages, “El bisfenol A altera el páncreas endocrino y la homeostasis de la glucosa en sangre”. Las evidencias contra el químico en cuestión se amontonan en los laboratorios de esta universidad alicantina.

“Lo que hemos probado –explica el investigador de la Universidad Miguel Hernández de Elche- es que el bisfenol A altera la función del páncreas endocrino e induce resistencia a la insulina en ratones y eso aumenta el riesgo de padecer diabetes de tipo II [sobrevenida, no de nacimiento]”. “Digamos –añade- que un 25% de las personas que tienen resistencia a la insulina desarrollan luego ese tipo de diabetes”.

Pero, ¿como ocurriría todo esto? Los estudios han encontrado que los ratones a los que se inyectaba bisfenol en cantidades, por otro lado, no muy elevadas, tenían luego menos receptores de lo normal para “captar” la insulina en el hígado, los músculos y el tejido adiposo, sobre todo. También vieron que el páncreas, al “ver” que su insulina no servía para metabolizar la glucosa, secretaba más insulina, lo que a la larga dañaría el órgano productor de insulina por exceso de trabajo, otro factor que empuja a los ratones a desarrollar diabetes.

Pese a tan preocupantes datos, la patronal europea de los plásticos (EuroPlastics) resta importancia a este y otros trabajos anteriores que acusan al BPA de graves daños al sistema endocrino de animales y que apuntan a efectos igualmente perniciosos sobre la salud humana. Según un comunicado de esta asociación que responde a las conclusiones de los trabajos citados, “el estudio de Nadal sugiere una relación entre exposición al BPA y el desarrollo de diabetes en humanos basándose en un estudio sobre ratones. Sin embargo, los resultados de estudios con ratones no pueden ser transferidos directamente a los seres humanos, entre otras razones, porque el metabolismo de ratones y humanos no son directamente comparables”.

“De un solo estudio –reconoce Nadal- no se puede extrapolar más que lo que ahí se dice, en eso llevan razón, pero tampoco hay que taparlo, sino decir que eso está ahí y vamos a ver si a menores concentraciones ocurre lo mismo. El artículo nuestro es una llamada de atención de que ciertas cosas están ocurriendo y que tenemos que seguir investigando para comprobar hasta qué punto están ocurriendo y afectan al ser humano”. “Si al final –concluye- resulta que no pasa nada con el bisfenol, pues estupendo, pero el riesgo, está claro que existe”.

EuroPlastics critica asimismo el estudio español porque, a su juicio, expuso a los ratones a niveles de bisfenol muy superiores a los que ingerimos los seres humanos por migración de los envases fabricados con este material. Sin embargo, según Nadal y otros expertos en estas materia, no se descartan efectos perniciosos sobre el mecanismo de la insulina a niveles de exposición mucho menores y, por otro lado, hay que tener en cuenta que al “poder” pernicioso del bisfenol A hay que sumarle el de otros muchos “disruptores endocrinos” que entran en nuestro cuerpo, como los pesticidas clorados que quedan en alimentos vegetales, los alquilfenoles que a menudo hay en el agua o las dioxinas e hidrocarburos aromáticos que respiramos constantemente. Sustancias todas muy diversas químicamente pero que tienen la cualidad de comportarse como la principal hormona femenina –los estrógenos- y alterar el sistema endocrino de hombres y mujeres, de niños y mayores, de todo el mundo. Y lo que viene a partir de esa alteración endocrina es generalmente mucho peor.

FUENTE:ecoticias.com

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